domingo, abril 22, 2007

Desde la luz que traspasa las sombras donde descubrí la belleza en ti


Quiero compartir con ustedes un correo de una persona que estimo mucho que se llama HERMES... hay cosas que tal vez no entiendan pero eso bonito. en verdad que si...

Ciudad de México, 13 de abril de 2007.
Desde la luz que traspasa las sombras donde descubrí la belleza en ti.

Enfrenté mi propia dualidad de principios al escuchar tu historia. La belleza es tu aliada, pero la inteligencia es tu rasgo más distintivo. ¿Te lo habían dicho?

Te mueves en el mundo del sexo y, qué ironía, el sexo compartiste conmigo, cuando mi vida es todo, menos sexual. Me enredo a menudo entre los compromisos y los convencionalismos, y ya no sé cuándo ni por qué sentirme culpable…

Conversamos sobre la infidelidad y sus atenuantes, por decirlo de algún modo. Platicamos también acerca de otras cosas, pero llegó un momento en el cual ya no te escuchaba, pues tienes un físico tan perfecto, que dejaba emerger la superficialidad que a menudo niego como rasgo propio, y no hacía más que reconocer para mis adentros lo hermoso que eres.

Mi vida se ha tejido de muchos errores y poquitos aciertos, y tú eres uno de éstos últimos… ¿cómo podría ser de otra manera?

Es paradójico, fuimos felices algunos minutos, para reencontrarnos con la felicidad que cada cual tiene en su propia vida, sin existir una historia nuestra. Quizá la vida no tenga que ser tan complicada ni moral y, simplemente, todos debiéramos, algo así como una vez al mes, cuando menos, ser honestos con lo que sentimos y dejarnos llevar.


Desbordabas masculinidad tus labios sensuales y deliciosos, simplemente, en ese instante, tu perfecto complemento, al atravesar como un ángel entre las sombras el pensamiento fortuito de retenerte o proponerte reencontrarnos ya que, después de todo, ¿quién puede decir qué está bien o mal, o anticipar lo que podríamos perder o ganar?

Gracias, Jordy, por hacerme feliz en unos minutos, eres más efectivo que diez mil libros de superación personal juntos; eres como un soplo de filosofía de vida, a una vida melancólica y enmarañada como la mía, en la que alguien tan lindo e inteligente como tú, hace soplar la brisa de las respuestas ante mis permanentes preguntas frente a lo incierto.

Incertidumbre es volver a verte, certeza es haberte disfrutado y aprehendido como lo hice, pues tu rostro permanece en mi memoria, así como las caricias que diste a mi autoestima, al decirme que te parecía tan guapo, como sé que nunca he sido, una y otra vez; por supuesto, no creo haberte gustado tanto como tú a mí… mi compañero de respuestas en una tarde aciaga donde sólo dilucidaba interrogantes que no me conducían a ningún sitio. Serás perenne en mis recuerdos. Hasta pronto, mi improbable novio perfecto y adorado.

Hermes.